Por Karina Acevedo Whitehouse
Desde hace años se escucha, casi como un mantra obsesivo, la frase de “sigue a la ciencia”, “confía en la ciencia”. Como miembro de la comunidad académica científica, definitivamente confío en la ciencia.
Dado que la ciencia es un proceso, confiar en la ciencia implica confiar en el proceso, que se caracteriza por una serie de pasos basados en observación, preguntas, planteamiento de hipótesis, experimentos para desafiar esas hipótesis, observación de resultados, y discusión de los resultados en el contexto de lo que ya se sabe.
Es un proceso que avanza, diríamos en México “pian, pianito”, y muchos de los hallazgos tiran por la borda lo que se había descubierto antes. No debemos “casarnos” con los resultados ni – mucho menos – tomarlos como dogma, sino como lo que son: ladrillos de un gran muro (de conocimiento) que estamos construyendo, y que a veces necesitan ser cambiados algunos de esos ladrillos, pero todos contribuyen (siempre y cuando se haga la ciencia de forma sólida y ética, por supuesto).
Entonces, se nos pide repetida, encarecida, y religiosamente que “sigamos a la ciencia” y hasta ha habido declaraciones desafortunadas (y nada científicas) de algunos quienes han dicho “si me critican a mí, francamente están criticando a la ciencia” (https://www.forbes.com/sites/carlieporterfield/2021/06/09/fauci-on-gop-criticism-attacks-on-me-quite-frankly-are-attacks-on-science/). El asunto es que seguir a la ciencia y confiar en la ciencia exige cuestionar, criticar, volver a plantear, etc. Si no, no es ciencia, es dogma. Y yo, no sigo ni confío en los dogmas.
En medio de este ambiente cuasi-medieval y oscurantista que exige fe ciega en las personas (muchos con conflictos de intereses) y no en el proceso científico, y que equipara el cuestionar con ser irresponsable, egoísta, anti-científico y conspiranoico (o hasta todos esos adjetivos juntos, ¡faltaba más!), están los cocteles. Cócteles de vacunas, por supuesto.
En un acto de completa frivolidad, sin contar con estudios serios ni de temporalidad significativa para ello, se recomienda mezclar inoculaciones. Desde octubre se comenzó a decir que estaba “perfecto” mezclar marcas, y ahora ya se anuncia abiertamente que podemos mezclarlas (https://www.usatoday.com/story/news/health/2021/12/27/covid-vaccine-booster-shots-pfizer-moderna/9022187002/). Lo triste (inquietante, enfurecedor, como ustedes quieran) es que la recomendación de la CDC al respecto se basa en un estudio clínico de fase I/II (https://clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04889209), y se trata de un reporte parcial que ni siquiera ha tenido una revisión por pares ni ha sido publicado en una revista científica, sino que está en un repositorio (eso no es malo per se, sino que es el colmo que una decisión tan importante de una agencia de salud internacional se base en un estudio con estas características).
El citado reporte evaluó la mezcla de dos de tres marcas (Pfizer/BioNTech, Moderna y Jansen), se basó en 458 individuos (no hay controles en el estudio), midieron reactogenicidad, molestias locales post-vacunación y la actividad neutralizante del suero de los vacunados, in vitro, contra un pseudovirus, así como la medición de anticuerpos.
Como pueden ver en la descripción de clinical trials (https://clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04889209) porque no viene indicado en el reporte cada subgrupo del estudio (de acuerdo a la vacuna recibida inicialmente y a la marca de refuerzo) constó de 25 personas de 18 a 55 años de edad y de 25 personas de “más de 56 años”.
Excluyeron a personas que habían tenido infección previa de SARS-CoV-2, así como a personas con problemas de coagulación y problemas inmunes. Registraron eventos adversos durante 29 días solamente (el estudio fase I/II dura 1 año; este fue solamente un reporte).
Su conclusión es la siguiente: “Las vacunaciones de refuerzo homólogas (las mismas) y heterólogas (diferentes) fueron bien toleradas y son inmunogénicas en adultos que completaron su régimen de vacunación completo primario al menos 12 semanas antes”. ¡Wow! Con base en análisis parciales y de 1 mes de grupos de 25 personas sanas determina la CDC que ¡adelante con los cocteles! ¿Ustedes se sentirían seguros y con mediana confiabilidad de ponerse a mezclar vacunas con base en un estudio basado en grupos de 25 personas, sanas, seguidas durante 29 días para ver que no desarrollaran eventos adversos, y cuya protección inmune se midió in vitro contra variantes que ya no son las dominantes? Un mundo digno de Kafka… no cabe duda.
A veces, cuando preparo material para compartirles, me quedo sin palabras, y entonces tomo prestadas palabras de otros. En este caso, de Shannon L. Alder, quien dijo “Algunos cuentos tienen que ser escritos porque nadie creería lo absurdo de todo esto”.
Tal vez tenga que escribir un cuento sobre la putrefacción del proceso científico en tiempos de COVID-19, porque es difícil comprender lo absurdo de todo esto que estamos viviendo.
* La autora es Doctora en Ecología Molecular por la Universidad de Cambridge y Profesora e Investigadora de Tiempo Completo en la Universidad Autónoma de Querétaro