Karina Acevedo Whitehouse
Desde hace meses se ha cuestionado el porqué se está vacunando a niños y adolescentes contra COVID-19 cuando no es necesario hacerlo (por ejemplo, ver: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S221475002100161X), https://jornada.com.mx/notas/2021/11/15/politica/aprender-a-morir-vacunar-a-los-menores/). De manera resumida, los argumentos – todos sustentados con evidencia científica – son: 1) su riesgo de enfermar gravemente es mínimo debido a diferencias en las respuestas inmunes que presentan ante la infección, en comparación con las respuestas que generan los adultos, 2) su riesgo de morir si se enferman gravemente es aún más pequeño que el de enfermar (la tasa de superviviencia de COVID-19 en niños menores de 18 años es mayor de 99.9998%, 3) cuentan con inmunidad cruzada generada por la exposición a otros coronavirus humanos (recuerden que hay cuatro coronavirus humanos que circulan comúnmente en la población), 4) el riesgo que representan las vacunas es mayor que el beneficio que podrían tener con ellas, ya que simplemente no la necesitan y ya se cuenta con evidencia de que el daño que pueden llegar a ocasionar las vacunas vectorizadas (Astrazeneca, Janssen, CanSino), y las basadas en ARNm (Pfizer/BioNTech, Moderna) en este grupo de edad no es ignorable y excede la frecuencia esperada en la población de forma que el riesgo de un efecto adverso cardíaco sea de 3.7 a 6-1 veces mayor que el riesgo de ser hospitalizado por COVID-19 (https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.30.21262866v1). Si tienen ganas de ver a detalle el tema y consultar las publicaciones en las que se basa el decir que no necesitan las vacunas COVID-19 los niños y adolescentes, pueden ver el seminario que impartí el 29 de septiembre: https://odysee.com/@akashacomunidad:0/Karina-Acevedo-29-sept-Familias-por-la-verdad:4
El 22 de diciembre de 2021 fue publicado un estudio, titulado (traducido del inglés) “Los niños desarrollan respuestas inmunes con reactividad cruzada, robustas y sostenidas contra Spike ante la infección con SARS-CoV-2” (https://www.nature.com/articles/s41590-021-01089-8). El estudio, publicado en la revista Nature Immunology por Dowell y colaboradores, describe precisamente lo que varios hemos dicho anteriormente basándonos en estudios similares que se hicieron desde el año pasado, y que le intenté explicar al Pediatra Infectólogo chileno, el Dr. Miguel O’Ryan en nuestro diálogo hace un par de meses (lo pueden ver en: https://odysee.com/@akashacomunidad:0/APSIIN-Chile-(20211020)-Inoculacion-Pediatrica-(6):f),). Tal vez el hecho de que este estudio que hoy les comparto lo hayan publicado en una revista tan prestigiosa ayudará a que algunos puedan comenzar a comprender que no es necesario inocular a este grupo de edad.
Además, si comienzan a leer las decenas de publicaciones (compartidas ya en este canal) que demuestran el riesgo que representan las vacunas COVID-19, entonces tal vez los médicos comenzarán a anteponer la salud y el bienestar de sus pacientes pediátricos antes que su prestigio, y tal vez los padres de familia comenzarán a anteponer la salud y bienestar de sus hijos antes que la presión y las ganas de que los dejen entrar a una piscina o hacer un viaje. Comprendo que no es fácil resistir dicha presión de familia y amigos, pero tal vez contando con el conocimiento y el entendimiento de por qué no necesitan estas inoculaciones, les sea más fácil responder y no ceder a la presión.
En el estudio de Dowell y colaboradores compararon las respuestas inmunes y su efectividad contra SARS-CoV-2 en niños de 3 a 11 años con las respuestas de los adultos. Evaluaron a 91 niños y 154 adultos, de los cuales 35 y 81, respectivamente, se habían infectado con el virus (en todos los casos, fueron infecciones muy leves o asintomáticas. Encontraron que los niños generan respuestas contundentes de anticuerpos y de linfocitos T contra SARS-CoV-2, tanto contra Spike, la nucleocápside (NC) y la proteína de envoltura (M) del virus.
La inmunidad generada dura al menos 12 meses (no evaluaron más allá de eso), y demostraron que la exposición a los coronavirus humanos estacionales (son virus de la misma familia aunque diferente género viral) les confiere inmunidad cruzada que es efectiva contra SARS-CoV-2. También vieron que hay una respuesta diferente a la de los adultos en cuanto a su producción de citoquinas pro-inflamatorias (son menos propensos a esas respuestas inflamatorias excesivas que el adulto). En esencia, demostraron lo que ya se había demostrado, pero en estos tiempos, es necesario e importante que se junte más y más evidencia al respecto.
El hecho de haber encontrado inmunidad cruzada generada por la exposición a coronavirus humanos estacionales (virus que ocasionan cuadros de resfriado sumamente leves, que la mayor parte de las veces no requieren ni siquiera un medicamento) protectora contra SARS-CoV-2 en los niños es muy importante de tomar en cuenta en el contexto del aislamiento, la “sana distancia” y las mascarillas. Entre más se expongan los niños a los coronavirus estacionales leves, más protegidos estarán contra SARS-CoV-2. De cualquier manera, aunque no tengan esa inmunidad estacional, de todas formas cuentan con respuestas inmunes contundentes que no inducen cascadas pro-inflamatorias, por lo que en ellos, el SARS-CoV-2 es un virus tan moderado como los coronavirus humanos estacionales.
En resumen, se publicó un estudio que añade evidencia de que los niños no requieren estas inmunizaciones contra SARS-CoV-2. ¿Para qué exponer a un niño sano a un producto del cual se conoce muy poco sobre los efectos a corto y mediano plazo, aunque ya hay evidencia de que incrementan el riesgo de que ocurran enfermedades cardíacas agudas, un producto del que se desconoce por completo lo que puede provocar a largo plazo, y que – además – simplemente no necesitan?
* La autora es Doctora en Ecología Molecular por la Universidad de Cambridge y Profesora e Investigadora de Tiempo Completo en la Universidad Autónoma de Querétaro