Julio César Chávez, la máxima gloria del pugilismo en México, acudió al Senado de la República para recibir un reconocimiento por su trayectoria y los legisladores no desaprovecharon para conseguir la selfie o el autógrafo del ex campeón.
En el área del asta bandera, en plena fiesta, el senador Gabriel García, el otrora poderoso operador de los programas sociales del Gobierno bailaba de lo lindo en una comparsa, rodeado por bailarines para conmemorar una fiesta de Iztapalapa que ayer trajo a decenas de concheros.
«Como no hay pan, hay circo», ponderaba el senador Germán Martínez. «Es lo mismo que la mañanera pero en el parlamento… Puro circo. Mejor comparece Julio César que los militares que van a ascender».
En el recinto parlamentario, el senador Amando Guadiana se quitó el sombrero para que Chávez estampara en él su autógrafo. El presidente del Senado, Alejandro Armenta, de plano propuso que cada grupo parlamentario subiera a la tribuna a tomarse la foto con el ex púgil.
J.C. Chávez dirigió un breve mensaje con el que puso de manifiesto que había podido superar una adicción a las drogas.
«Gracias a Dios Pude salir adelante», dijo. «Tuve un sueño de ser campeón del mundo, se lo prometí a mi madre y ahora lo logré».
El sinaloense había obsequiado un guante gigante a su anfitrión, el senador Ricardo Monreal, quien gustoso levantó el puño y exclamó: «Este va a ser para el 24».