Luego de amanecer derribada y rota, hace dos meses, la escultura de Neptuno que forma parte de la antigua y emblemática fuente del Centro Histórico de Querétaro regresó a su sitio con un reluciente bronceado que recibió críticas tanto de expertos como de ciudadanos.
El INAH pidió al municipio queretano modere la estridencia cromática de la pieza de bronce.
«Se bajaron brillos, se bajaron colores y estamos ahorita en un periodo de monitoreo», explica en entrevista la restauradora Paula García Reyes, adscrita a la representación del Instituto en la entidad.
La Fuente de Neptuno es un monumento del siglo 19, no así la efigie de bronce, que es una réplica del 85. Sin embargo, al permanecer sujeta a la estructura histórica, el INAH debía supervisar toda intervención, pero, según informa la especialista, el Gobierno Municipal se adelantó.
Ubicada en el andador Madero esquina con la calle de Allende, el conjunto amaneció desprovisto del Neptuno -escultura que se halló en el suelo, rota de la mano izquierda- la madrugada del 3 de octubre; originalmente se sospechó que fue derribada por un acto vandálico y hasta se promovieron acciones legales contra quien resultara responsable, pero después se atribuyó el hecho al desgaste en el sistema de sujeción de la pieza, explica García Reyes.
«Al ser un monumento histórico«, prosigue, «nosotros tenemos que dar asesoría o estar al pendiente, como lo estuvimos cuando se cayó esta escultura. Estuvimos al pendiente de las primeras partes, pero nos quedamos con la información, por parte de Servicios Públicos municipales, de que no tenían suficiente presupuesto para intervenirla y después nos avisaron el día que la querían colocar (ya intervenida), entonces no pudimos dar el seguimiento que se tenía que dar».
Solo hasta el momento de la colocación el INAH se involucró de nuevo para supervisar el proceso de sujeción de la escultura en el monumento.
«Estuvimos presentes con un arquitecto restaurador, pero la escultura no la vimos hasta que la colocaron, y en ese momento solicitamos al Municipio que se trabajara, puesto que, como había quedado, no era adecuado, ya que aunque sea un bien artístico -por ser de 1985- debe tener ciertas características para poderse integrar al monumento histórico«, indica García Reyes.
Las obras de recuperación del Neptuno costaron 193 mil pesos más IVA, de acuerdo con información difundida por Alejandra Haro, titular de Servicios Públicos del Municipio, quien expuso que la empresa responsable fue Arte y Fundición, Restauración y Logística.
Ajuste paulatino
Tras permanecer varios años a la intemperie, el Neptuno se había oscurecido. Tras desprenderse, las autoridades municipales no sólo soldaron las partes dañadas, entre ellas la mano fracturada, sino también la limpiaron y la pintaron para devolver su lustre original, sin embargo, exageraron, considera García Reyes.
«Aplicaron nuevas ceras con tonalidad para darle el aspecto que tenía, pero se excedieron en brillos, por un lado, en el cuerpo, y, por otro, en elementos como los peces o el faldellín de algas; se excedieron en el tono verde, que se veía muy brillante. Fue cuando les dijimos que los tonos que utilizaron para unificar a la escultura en cuanto al color no eran los más adecuados, y por eso se solicitó que bajaran la intensidad.
«Obviamente se pueden bajar porque, aunque se le dice pátina, químicamente hablando no es una pátina, es una pintura que simula la pátina que da el tiempo», puntualiza García Reyes.
En el patrimonio cultural, restaurar no significa renovar o dar necesariamente aspecto de nuevo, una cuestión que no acaba de comprenderse, a pesar de experiencias como la que dañó en 2013 la estatua de Carlos IV, mejor conocida como El Caballito, en la Ciudad de México.
«Creo que tiene mucho que ver con nuestras tendencias de que aquello que se ve nuevo es lo que está bien, lo que funciona bien, lo que dura más; esta idea de lo ‘limpio’ como sano, saludable. Y muchas veces, en el caso de los monumentos históricos -sobre todo cuando tenemos gente que no tiene un acercamiento más profundo con el patrimonio cultural– lo viejo resulta inservible o sucio o no lo ven bien y sí es un problema», observa la especialista.
Una vez recolocado el Neptuno, el pasado 18 de noviembre, se efectuó otra limpieza, esta vez para retirar la sobrecarga de tonalidad, y se le aplicó un barniz semi-mate, para que no brillara tanto, pero esta reducción es un proceso paulatino que requiere tiempo.
«Tienen que pasar ciertos días para que veamos cómo van reaccionando los tonos a la intemperie y, si es necesario, se tiene que volver a intervenir.
«Estoy notando, por ejemplo, que en algunas zonas (la pieza) se ve más blanquecina, probablemente porque estos barnices con la humedad se ponen un poco blancuzcos, entonces eso tendrá que irse atendiendo, pero tenemos que dejarla un momento en su lugar para que se vuelva a ‘aclimatar’, digámoslo así, para entonces atender todos los detalles que vayan saliendo en el acabado», previene la especialista.
Y modifican anclaje
Deterioros en el sistema de sujeción de la escultura al monumento, a base de tornillos, provocaron el desplome de la misma, asegura García Reyes.
«Probablemente en algún momento del siglo 20 -quizá 1950, por el tipo de materiales que encontramos- se hizo una instalación para que salieran chorros de agua de los peces, que ya sellamos», detalla.
El desgaste en esta instalación pudo haber afectado, con el tiempo, el anclaje del Neptuno a la fuente hasta provocar su desprendimiento.
Por eso ahora, añade, además de sellar el sistema hidráulico, la base de la escultura fue soldada a una base de acero inoxidable, que proporciona mayor seguridad, sin afectar el monumento histórico.
Algunos datos del Neptuno
– La escultura original de Neptuno, realizada en cantera por el arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras en 1797, se encuentra resguardada por el Gobierno Municipal de Querétaro.
– Se dice que antes de la pieza de cantera hubo una de bronce, que fue fundida para fabricar municiones, pero no hay registros históricos de ello.
– El Neptuno de cantera debió ser retirado porque lo decapitaron en 1984, y las autoridades municipales, tras restaurarlo, lo resguardaron.
– Fue reemplazada en 1985 por la actual réplica de bronce, obra del escultor Abraham González.