Divagaciones Matutinas: No se puede arar el porvenir con viejos bueyes

¡Qué tiempos nos están tocando vivir! Podríamos dialogar por días enteros acerca del ‘por qué’ nos habrá tocado vivir estos tiempos, pero el hecho es que estamos aquí, juntos en este paraje, y dependerá de todos nosotros, de nuestras decisiones, de nuestras acciones, lo que ocurrirá. Sí, ha sido y es tremendo. Sí, ha habido y hay mucho sufrimiento, provocado por muchas cosas. Sí, hay desilusión y dolor, hay pérdidas y duelos; pero también hay crecimientos, y ganancias; hay certezas y hay elecciones de vida. Estamos en un momento clave de cambio de paradigmas, en prácticamente todas las áreas de la humanidad, y la ciencia no es una excepción. En medio de todos estos cambios, ¿cómo podremos ir construyendo el futuro que deseamos habitar, que deseamos que nuestros hijos, nuestros nietos, habiten? No tengo esa respuesta como si fuera la solución a un problema matemático, pero sospecho que no podremos construirlo con las mismas premisas del pasado… “No se puede arar el porvenir con viejos bueyes”.

A veces es importante que la gente que nos rodea nos recuerde frases claves, que llegan muy profundo (gracias, Roxana). Es cierto. ¡No se puede construir algo nuevo utilizando las premisas viejas, que son las que ya han colapsado! Seguro que nos dolerá – como cualquier nacimiento – el colapso de lo que ya no es vigente, y el surgimiento de lo nuevo, pero es la única forma de crecer.

Sé que este tiempo tan tormentoso ha agudizado las diferencias, ha polarizado tantos frentes. Lo leo en los comentarios de miembros de la comunidad que me manda el Equipo de Trabajo. Lo veo en mi comunidad académica, en las familias, entre los amigos. Se han conformado ‘bandos’. Los pro- y los anti-; los conformistas y los contestatarios; el club Spike y el club Grafeno; el club gérmenes y el club terreno; el club virus y el club 5G; pero son ilusiones estas diferencias; ilusiones y superficialidades que no permiten comprender que puede haber partes verdaderas en las diferentes aproximaciones, y no ayudan en nada; ¡al contrario! Agudizan el problema y generan más encono. ¿Me pregunto a quiénes sirve el que se siga generando esta división?

Me enviaron hace unos días una caricatura que muestra a un rey con un consejero en la punta de una torre, mirando hacia abajo donde está una multitud de personas enojadas, algunos con antorchas y otras con lanzas. El rey se ve preocupado, y su consejero le dice: “No se preocupe, Majestad, solo tiene que hacerle creer a los que tienen antorchas que los que tienen lanzas les quieren quitar las antorchas”.

Eso es todo lo que se requiere – generar división y hacernos creer que los ‘otros’ son los culpables de lo que nos ocurre: de que continúen los casos de COVID-19, de que no funcionen las inoculaciones como debieran funcionar, de que siga muriendo gente, de que los gobiernos sigan imponiendo medidas de aislamiento y pases sanitarios. Y eso hace que nos olvidemos de cuestionar lo importante.

Como, por ejemplo, cuestionar ¿exactamente qué es lo que está siendo considerado un “caso de COVID-19”, desde el inicio de la pandemia y hasta la fecha?, ¿cómo se está diagnosticando la enfermedad y cómo fueron validadas biológicamente las pruebas?, ¿por qué, si ya se ha demostrado que las medidas de confinamiento y el uso de mascarilla no redujeron las infecciones, se nos sigue exigiendo continuar estas medidas y utilizar mascarilla?, ¿por qué motivo no fueron diseñadas las vacunas de forma que evitaran la transmisión y la infección?, ¿por qué no están evitando las inoculaciones el que la gente se enferme, si pregonaban hasta un 95% de eficacia luego de dos dosis?, ¿por qué, si no evitan estas vacunas la transmisión, seguimos usando las pruebas de detección de fragmentos (de ARN o de proteína) del virus como indicador de casos COVID-19 ya que si seguimos haciendo eso, nunca podremos tener un escenario de “Cero COVID”?, ¿por qué hay más casos de COVID-19 en el mundo que antes de la vacunación y por qué no se ha reducido de forma notoria el número de hospitalizados y muertos, sino que en algunos países, entre más vacunas se aplican, más hospitalizaciones se registran?, ¿por qué motivos se silencia, ridiculiza o prohíben los protocolos médicos que incluyen fármacos económicos y accesibles para los que ya existe amplio conocimiento de seguridad y muchas publicaciones de su efectividad para tratar pacientes COVID-19?

La acusación (o mejor, el cuestionamiento que exige respuestas) no debiera ser de un ‘bando’ hacia el otro ‘bando’, sino hacia los responsables de las definiciones de caso, de los protocolos de tratamiento, de los aislamientos, de las medidas.

Hagamos las preguntas correctas a las personas responsables. Llevamos ya dos años, como humanidad, de aceptar lo que ‘los expertos’ (aunque tengan notorios conflictos de interés) nos dicen, y parecemos tener amnesia cuando esos mismos expertos cambian su narrativa abruptamente y nos tratan de convencer de que nunca dijeron eso que antes habían dicho (por ejemplo, ahora parece que nunca ninguna autoridad de salud, ningún gobernante dijo que las vacunas “evitarían el que la gente se infectara”, o que “es poco probable que una persona infectada contagie a otro” o “que la mayoría abrumadora de los vacunados no se enfermarán cuando se infecten y que es improbable que transmitan el virus” cuando esto fue exactamente lo que dijeron.

Como miembro de la comunidad científica, y con más de dos décadas de dedicar mi vida profesional a esta actividad, sé perfectamente que el conocimiento científico cambia, y que conforme salen más estudios, podemos tener una comprensión diferente de un problema de lo que se tenía antes, incluso podemos cambiar radicalmente lo que pensábamos que ocurría.

Eso no significa necesariamente que hayan habido errores (puede ser que el estudio hubiera sido limitado, o que la tecnología y resolución haya cambiado), pero si los hubo, tampoco implica que hayan sido intencionales. La ciencia avanza porque avanza la evidencia, y la nueva evidencia puede contradecir lo que se creía antes. Se acepta el error o la confusión y se aprende y como humanidad, crecemos.

Sin embargo, el asunto es que ahora nos encontramos en un momento crítico, en el que eso no está pasando: aunque se acumule evidencia científica de que ciertos protocolos médicos tienen alta eficiencia para tratar exitosamente a pacientes COVID-19, no han ajustado su narrativa quienes están a cargo; aunque se acumule la evidencia científica de que la efectividad de las vacunas para proteger de enfermedad es cada vez más baja, se sigue vacunando como si no existiese esta evidencia, y los de un bando culpan a los del otro bando por la falta de efectividad de las vacunas, cuando la culpa sería, en cualquier caso, del fabricante y de quienes exigen ese producto.

No podemos arar el porvenir con viejos bueyes. Necesitamos nuevas formas, nuevas perspectivas, nuevas estructuras. La humanidad puede ser lo que desee ser, si recordamos y abrazamos nuestra fuerza desde la congruencia.


* La autora es Doctora en Ecología Molecular por la Universidad de Cambridge y Profesora e Investigadora de Tiempo Completo en la Universidad Autónoma de Querétaro

Karina Acevedo Whitehouse

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