La inauguración esta noche de Lucha y fraternidad: El triunfo de la rebeldía, exposición en el Palacio de Bellas Artes que presenta la obra del artista plástico Federico Silva, se convirtió en una ceremonia luctuosa.
«Silva nos reúne de manera exótica, y no porque estemos de luto, porque con él no se puede estar de luto: es uno de los espíritus más libres, más encomiables y más entrañables de nuestra historia plástica», afirmó Luis Ignacio Sainz Chávez, escritor y crítico de arte, durante el homenaje de cuerpo presente organizado en el recinto para despedirlo.
Minutos después de las 19:00 horas llegó el féretro del artista al vestíbulo y fue arropado con aplausos. En torno de él, familiares, autoridades culturales y amigos montaron guardias de honor y recordaron el espíritu indómito de Silva, patente en la muestra que integra 151 obras.
Las piezas trazan un trayecto de ocho décadas, desde el dibujo, hasta el arte cinético -del cual fue pionero-, así como la creación digital y su propuestas con plata, porque le interesó el trabajo artesanal, destacó la directora del INBA, Lucina Jiménez.
La exhibición incluye tres obras nuevas que el artista, fallecido a los 99 años, preparó ex profeso, anunció Jiménez, porque fue un hombre que «fatigó» todas las técnicas, como lo describió Sainz Chávez.
«Fatiga los lienzos, agota los cánones de la Escuela Mexicana de Pintura, con la que rompe en las formas, pero jamás rompe en los contenidos: siempre conserva ese grito de independencia y esos ecos sociales que lo alimentan en cada momento en que produce cada una de sus piezas y todas ellas espectaculares, sorpresivas, asombrosas», dijo.
La Secretaria de Cultura, Alejandra Fausto, consideró que la muerte de Silva, acaecida justo el día en que inauguraba su exposición, fue el acto de congruencia de un artista que comprendió la dualidad de la cultura mexicana «y que la vida y la muerte nunca se separan».