Venerado y respetado por muchos, vilipendiado por otros. Si hay un ídolo en México que a nadie deja indiferente, alguien que puede aglutinar un amplio espectro de opiniones, ese es Hugo Sánchez.
«El Niño de Oro», «El Macho», «El Pentapichichi», «Hugol». Tantos apodos para el considerado futbolista más importante del País. Sus logros han trascendido por generaciones desde los 70, cuando, enfundado ya fuese en la camiseta de los Pumas de la UNAM o la de la selección mexicana, realizaba acrobáticos remates para marcar goles y festejarlos. Era único.
Los aficionados retienen en la memoria muchas de sus actuaciones en las canchas de medio mundo. Fue uno de los cracks de los años 80, y condensar, a sus 64, una vida tan intensa en un documental, Hugo Sánchez: El Gol y la Gloria, no es fácil. Siempre tiene mucho que decir.
«Amigos, realmente tengo pocos. He tenido y tengo muchos ex compañeros, y luego, los amigos que tengo son ajenos al futbol.
«Con el tiempo uno va conociendo a las personas, al ser humano. De niño y de joven uno iba mentalizado para cumplir sus sueños; por lo menos a mí me salió bien. En los equipos de futbol no tenía amigos, sino compañeros con los que iba a muerte a ganar partidos. Las amistades, muchas veces ayudan, pero no en lo profesional», reflexiona quien fue jugador profesional entre 1976 y 1997.
Hugo es hecho en C.U., pero también en los madrileños estadios Vicente Calderón y Santiago Bernabéu, este último, su olimpo particular. Entre Real Madrid y Atlético ganó cinco años el título de goleo individual. Parecía predestinado a algo así por su carácter. Aterrizó en España a los 23 para probar fortuna. Era 1981.
«No había muchos mexicanos jugando en Europa, y cuando recibí las ofertas del Arsenal y el Atlético de Madrid, valoré que en 1982 sería el Mundial de España, el idioma, la comida, un estilo de vida parecido preferí ir ahí. Pensaba que un mexicano también podía triunfar donde se practicaba el mejor futbol del mundo. Dije ‘no, yo no regreso a México hasta que triunfe'».
Su empeño era tal que antepuso el plano deportivo a todo lo que lo rodeaba, incluida la familia, como señala en el filme.
«Uno va tomando decisiones importantes y trascendentales que te pueden ayudar o afectar. Yo tenía muy claro desde niño cuáles eran mis objetivos y les di prioridad. Antes de viajar a España, en mi casa dijeron ‘si quieres ser el mejor jugador mexicano de la historia y uno de los mejores delanteros del mundo, tienes que estar mentalizado, concentrado en ello.
«El matrimonio (de joven) me ayudó a estar tranquilo, a no distraerme, porque hay tantas mujeres guapas en España que eso me hizo valorar que para conseguir mis metas debía concentrarme meramente en lo profesional, en el futbol. Por eso, con este documental quiero compartir que todo el mundo puede conseguir sus objetivos con perseverancia y constancia», sentencia.
Voces discordantes
El filme, dirigido por Francisco Javier Padilla y que Prime Video estrenará mañana, reúne a expertos, comentaristas y ex futbolistas de varias épocas, como Javier «Vasco» Aguirre, Tomás Boy, Jorge Valdano, Juan Villoro, Cristiano Ronaldo, Luis García, Zague, Ricardo «Tuca» Ferretti y Miguel Mejía Barón. No necesariamente lo adulan.
Cuando empezó en España, el camino estaba lleno de obstáculos; algún entrenador no le daba oportunidades. Después fue cerrando bocas de propios y extraños. En el caso de los extraños, en realidad se ensañaban insultándole con adjetivos hoy inadmisibles, como «indio».
«No era en un estadio sino en todos, al visitar a cada equipo. Era menosprecio, intentaban ponerme nervioso. La gente no lo sabía, pero ese tipo de situaciones me motivaban más: aquel al que están silbando les va a demostrar lo bueno que es, y demostré mis habilidades y capacidad de concentración. Esos momentos difíciles, por llamarlos de alguna manera, eran cuando mejor me sentía (en la cancha)».
¿Por qué dejar la comodidad del hogar y buscar retos al otro lado del Atlántico?, sólo él lo supo. En los 70 no solía emigrar ningún futbolista nacional, por lo cual su mentalidad chocaría más adelante con la de los colegas que se quedaron.
«Esa ambición nació porque desde niño mi casa era de genes deportivos. Mi papá (Héctor) era futbolista, y mis hermanos. A mi madre (María Isabel) le gustaba mucho el voleibol. Uno de mis hermanos fue a los Juegos Olímpicos de Múnich (1972), yo era un niño y quería ir también a unos Juegos. Mi sueño era ser olímpico antes que profesional», explica Hugo, quien precisamente participó en Montreal ’76.
«Como en Europa se concentraba el mejor futbol del mundo y ya había estado ahí (en torneos juveniles con la selección), entonces quise irme. Se me metió en la cabeza y no me lo quité. Los primeros años, esas experiencias me sirvieron para que la mentalidad, el carácter, la personalidad, fuesen más ambiciosos, se endureciesen. Fue salir de mi zona de confort (la liga mexicana), de ganar bien. Hoy los tiempos han cambiado, el mundo se ha globalizado. Antes, las distancias de aquí a Europa eran enormes, ahora todo está cerca, hace que nos podamos ver y conocer al instante», declara.
El Gol y la Gloria incluye estampas familiares reveladoras, una de ellas, un momento que lo marcó y que, confiesa, cambió su vida. También se rescatan los momentos de tensión que protagonizó en el equipo tricolor durante los mundiales México ’86 y EU ’94. Esos ya no se pueden cambiar, pero quizás el público vea a «Hugol» con otros ojos a raíz de esta película.