Durante más de 240 días, la niña EPL vivió atemorizada con ser cercenada a machetazos por su padre.
Sabía lo que era capaz cuando la agarraba a golpes, pero solo cuando el indígena tzotzil dejaba la casa para buscar alcohol, era el momento que hablaba y lloraba frente a su madre Antonia Patishtán López, pero fue hasta la semana pasada que ambas pidieron ayuda y horas después, Salvador “N” era detenido por el delito de pederastia agravada.
“Yo no quiero que salga (libre) mi papá. Que siga en la cárcel. Tengo miedo que me mate”, expresa EPL una niña que aún transitaba hacia la adolescencia cuando fue violada por su progenitor en dos ocasiones, en la comunidad Rancho Narváez, en el municipio de San Juan Chamula.
Durante ocho meses la niña y su madre vivieron bajo temor constante, porque si contaban lo que ocurría, entonces sabían que Salvador de 35 años de edad, las asesinaría a machetazos.
Las huellas que les quedaban en el cuerpo y rostro, por los golpes que recibían, las atemorizaba para pedir ayuda con las autoridades comunitarias de la cabecera municipal de San Juan Chamula, a unos cuatro kilómetros de distancia de Rancho Narváez.
“Mi marido me golpeaba. Mi hija no decía nada, porque la tenía amenazada, porque si decía algo la mataría y a mí también”, cuenta Antonia en tzotzil, mientras llora atemorizada, porque cree que Salvador podría salir libre y entonces cumplir con sus amenazas.
Por esto, dice, dejarán la casa en la que habitaron con Salvador, en la comunidad Rancho Narváez. “Mejor nos vamos a ir, porque ese hombre va a salir de la cárcel”.
El 10 de marzo, Salvador fue detenido por elementos de la Policía Especializada y puesto a disposición de un Juez, que ordenó su reclusión en el Centro Estatal de Reinserción Social para Sentenciados número 5, de San Cristóbal de las Casas.
Igual que su madre, EPL de 13 años de edad, teme que su padre salga pronto de la prisión y concrete sus amenazas, por lo que pide al Juez que no lo libere, porque sabe de lo que puede ser capaz por la violencia que ejerció contra ella en estos últimos ocho meses.
Recuerda que eran constantes las amenazas de Salvador, para que EPL y Antonia callaran y no se atrevieran a contar nada a los vecinos.
Para atender el daño psicológico y físico que sufren EPL y Antonia reciben ayuda de la Fiscalía de Chiapas, pero aún falta atender el parto de la niña que dará a luz el próximo mes.