Asombra Paul McCartney a 60 mil personas en la CDMX

Paul McCartney siempre vuelve. Got Back, como reza su enésimo tour mundial, y volvió a dar un señor espectáculo.

Puño izquierdo en alto, hizo su triunfal entrada en escena en el Foro Sol, para regocijo de 60 mil leales beatlemaniacos sin espacio para un alfiler, a las 21:10 horas, listo para desempolvar unos cuantos himnos de los «Fab Four» y colocarlos, en el programa, junto a gemas de su carrera como solista; en total, más de seis décadas.

«Can’t Buy Me Love» inyectó la locura inicial y demostró que Macca, con el peso de sus 81 años y con su inseparable bajo Höfner, el único que le aguanta el paso, es capaz de poner a cantar a todo el mundo. Eso incluye a su multigeneracional audiencia, la noche de este martes, jóvenes de entre veintitantos y treinta y tantos, la mitad.

«¡Hola, Ciudad de México!», soltó. «Estoy muy feliz de volver, muy feliz. Esta noche voy a hablar un poquito de español», recitó, ayudado por un teleprompter.

El recinto se vino abajo, como un reflejo de la primera de sus seis visitas a la CDMX, hace 30 años, noviembre del 93, con The New World Tour. Qué tiempos: el recinto se llamaba Nuevo Foro Autódromo y Reforma, con apenas cinco días de existencia, llegó a tiempo para informar del esperado espectáculo.

Pronto llegó la selección de su segunda formación, Wings. «Junior’s Farm», «Letting Go», con la entrada de su sección de vientos, «Let Me Roll It», que remató con unos acordes en honor a Jimi Hendrix.

Escoltado por la alineación con la que forma una familia desde finales de los 90 -Rusty Anderson y Brian Ray (guitarras), Wix (teclados) y Abe Laboriel Jr. (batería)-, tomó el piano justo en «Let ‘Em In» y continuó ahí para dedicarle la romántica «My Valentine» a su esposa, Nancy, entre el público.

«Oe, oe, oe, oe, sir Paul», al estilo futbolístico, le coreó la gente después de que entregara «Maybe I’m Amazed». «Son los mejores, una bola de locos», piropeó la estrella.

Recordó al célebre productor George Martin, quien ya descansa allá arriba, con la primera grabación que The Beatles hicieron con él, «Love Me Do», la cual significó el himno de la noche. Acto seguido, empuñó la mandolina para brindar la reciente «Dance Tonight», que Laboriel bailó con gracia.

Nada hizo temblar más de emoción al público en la pista que «Blackbird» y la pieza que compuso para su «hermano y amigo John», «Here Today», tocada solamente con su guitarra acústica.

Cada vez que concluía un tema, todos estaban atentos a las divertidas reacciones del ídolo: aullaba, gesticulaba, se contoneaba.

De energía, ánimo y voz, mantuvo un nivel irreprochable, y la mejor prueba fue la contundente «Jet».

«Ustedes son poca madre», agradeció, en castellano.

No faltó la mención a George Harrison, ukelele en mano, con la etérea «Something», seguida por una candente «Ob-La-Di, Ob-La-Da». La magia sesentera afloró en una noche fresca, sin viento.

Al cierre de esta edición faltaba una larga lista de éxitos de The Beatles como postre, hasta sumar 40 canciones. «Band on the Run», «Get Back» y «Let It Be» fueron las primeras, cuando miles de celulares captaron al músico de Liverpool en su mejor expresión.

Una vez más, la locura de «Live And Let Die» se elevó con la descarga de pirotecnia y las llamaradas en el escenario, para continuar con un himno que no necesita presentación: «Hey Jude».

McCartney sigue escribiendo historia como genio de los siglos 20 y 21.

Sara Pilar López

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