Así impidió joven una mayor masacre en Los Ángeles

La noche del sábado estaba llegando a su fin en el Lai Lai Ballroom & Studio, con menos de media hora para el cierre. Quedaban tres personas en la espaciosa pista de baile.

Brandon Tsay, la tercera generación de su familia que opera el salón en Alhambra, estaba en la oficina junto al lobby, observando el salón de baile, cuando escuchó que las puertas delanteras se cerraban y un sonido extraño que sonaba como si objetos metálicos chocaran entre sí.

Cuando se dio la vuelta, vio una pistola de asalto semiautomática apuntándole.

«Me miraba y miraba a su alrededor, sin esconder que buscaba hacer daño. Sus ojos eran amenazantes», recordó Tsay, de 26 años, en la casa de su familia en San Marino, menos de 24 horas después de que miró a un hombre armado que, sin que él lo supiera, había abierto fuego en un salón de baile cercano matando a 10 personas e hiriendo a varias más en una de los peores tiroteos masivos en California.

Aproximadamente 20 minutos después de esa masacre, el hombre armado, a quien las autoridades identificaron como Huu Can Tran, de 72 años, llegó a Lai Lai, a 3 kilómetros al norte, dijeron los oficiales.

Tsay luchó con el atacante y finalmente lo desarmó, salvando innumerables vidas y evitando otra tragedia. Fue un acto que policías elogiaron rotundamente como heroico. Tran fue hallado muerto la tarde de ayer por una herida de bala autoinfligida en una camioneta a 48 kilómetros, de acuerdo con los funcionarios de seguridad.

Tsay dijo que el arma que llevaba el hombre indicaba que tenía la intención de infligir el máximo daño.

«Por como estaba construida y personalizada, sabía que no estaba robando dinero», declaró el joven sobre el arma.

«Por su lenguaje corporal, su expresión facial, sus ojos, estaba buscando gente».

El Alguacil del Condado de Los Ángeles, Robert Luna, dijo en una conferencia de prensa ayer, que «dos miembros de la comunidad» desarmaron al atacante en el salón de Alhambra.

«Esto pudo haber sido mucho peor», sostuvo.

Pero Tsay y su familia, que revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad del lobby del salón de baile, dijeron que fue él solo quien luchó contra el agresor por el control del arma y se la arrebató. Las puertas del salón estaban cerradas y no hubo otro involucrado, apuntaron.

«Solo fue mi hijo. Pudo haber muerto», señaló su padre, Tom Tsay, quien compartió que está orgulloso de su hijo por la valentía que mostró.

«Tiene suerte, alguien lo estaba cuidando».

Su hermana mayor, Brenda, quien actualmente dirige el negocio, dijo que el video mostró una lucha feroz y prolongada entre los dos hombres en todo el lobby.

«Seguía acercándose a él, realmente quería recuperar el arma», describió sobre el atacante.

Brandon Tsay, un programador informático que atiende la taquilla unos pocos días a la semana en el salón que fundaron sus abuelos, dijo que eran alrededor de las 22:35 horas del sábado cuando vio al tirador, a quien no reconoció. Nunca antes había visto un arma de verdad, pero se dio cuenta de que era un arma mortal, contó.

«Mi corazón se hundió, sabía que iba a morir», expresó.

Al siguiente momento, se abalanzó y agarró el arma por el cañón y empezó a luchar con el agresor por el control de la misma.

«Ese momento fue un instinto primario», dijo.

«Algo pasó ahí. No sé qué me pasó».

Lucharon por el control del arma por alrededor de un minuto y medio, y parecía que tenían una fuerza similar, dijo Tsay. En un punto, el atacante miró el arma y quitó una mano de ella, como si fuera a manipular el arma para comenzar a disparar. Tsay dijo que aprovechó el momento y le quitó la pistola al hombre.

Le apuntó con el arma y le gritó: «Vete, lárgate de aquí».

Tsay, quien permaneció despierto toda la noche ayudando a la Policía con su investigación, dijo que se sintió traumatizado y que no había podido procesar por lo que había pasado. En particular, se sintió desconsolado por la comunidad de Monterey Park y sus alrededores donde su familia y su salón de baile se habían establecido como un refugio amado por tres décadas, señaló.

«Lai Lai», un nombre que su abuela eligió, significa «ven, ven» en chino, explicó la hermana de Brandon. El atacante, vestido de negro, parecía fácilmente como si fuera uno de los clientes asiduos, dijo él.

«Tenemos una comunidad de bailarines muy unida», señaló Brandon.

«Se siente tan terrible que haya ocurrido algo así, que uno de nuestros individuos intente dañar a otros».

Sara Pilar López

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