‘Hereda’ Luis Zapata un ‘reality’ de humor negro

De pronto, la premisa de este nuevo programa televisivo no resulta tan inverosímil: un reality show donde cada uno de los concursantes, encerrados en una casa común y grabados las 24 horas del día, padece alguna enfermedad terminal, y van en busca, sin miramientos, de un solo objetivo, muy claro en el título del certamen: «Muérete y gana».

Un concurso macabro que ideó el escritor Luis Zapata como punto central de su novela Con R de Reality (Penguin Random House).

Se trata, posiblemente, del humor más negro jamás desplegado por el autor de El vampiro de la Colonia Roma (1979) y otros muchos libros de culto, fallecido en noviembre de 2020.

Sergio Téllez-Pon, amigo de Zapata y prologuista de esta primera novela póstuma, encuentra en estas páginas un comentario punzante y certero sobre las filias de la sociedad contemporánea.

«A mí no me parecería muy extraño que en algún momento surja un reality así, porque en esta sociedad tan chismosa, tan morbosa y tan invasiva de las vidas privadas de todos, donde todos queremos saber, como en un Big Brother, qué hace todo mundo, pues no sería extraño que en algún lado del mundo alguien vaya a producir algo así en cualquier momento», advierte en entrevista.

La novela, enviada por el autor a su hermano, el dramaturgo Martín Zapata, fue escrita durante el encierro por la pandemia de Covid-19, mientras padecía una depresión profunda.

«A mí me sorprendió muchísimo. Es decir, sí sabía que Luis escribía, que seguía escribiendo a pesar de que estaba encerrado por su depresión; algo que siempre lo mantuvo, que fue como una tabla de salvación en medio de su depresión, fue la escritura«, recuerda Téllez-Pon.

La novela presenta una galería de personajes entrañables, todos atravesados por la enfermedad, cuyas historias conocerá el lector durante las semanas previas y mientras se desarrolla «Muérete y gana».

Ahí está, por ejemplo, Alma Ramírez, quien siente que purga una culpa personal después de una mastectomía; Juan Zárate, un asiduo a los baños de vapor que contrajo VIH, y Eleazar Santamaría, quien juzga que su vida fue absolutamente plena antes de su tumor cerebral.

También Salvador Álvarez, diabético con el pie amputado que lamenta perderse la vida de su familia; Margarita Rivera, otrora mujer feliz que ahora vive encadenada a un tanque de oxígeno, e Isaac Hurtado, quien se acercó a Dios y vive a la espera de que su angina lo fulmine en cualquier segundo.

La enfermedad como tema literario, explica Téllez-Pon, ya había sido tratada con humor por Zapata en su novela Como sombras y sueños (2014), pero nunca de esta forma tan oscura.

«Ahí (en el libro anterior) están los temas, pero de una forma más con humor, con sentido del humor; es una cosa más chusca, pero aquí yo creo que ya es una cosa más oscura, un humor muy negro, muy shockeante para quien la vaya a leer, porque no es un humor muy jacarandoso, digamos», previene el también escritor y poeta.

En la cercanía con su propia muerte, Zapata entregó un retrato pleno de humor negro, pero también desolador.

«Creo que es una visión muy pesimista de la enfermedad, de la muerte y de la vida también», resume Téllez-Pon.

La novela cuenta también la historia de Ramón Villafuerte, un actor de televisión obsesionado con su peso y los procedimientos quirúrgicos que se anota un éxito rotundo con la producción de «Muérete y gana», programa que creó y conduce.

Un personaje, estima el prologuista, con el que Zapata seguro sintió una identificación importante.

«La producción era algo que le gustaba mucho y que le entusiasmaba, y yo creo que era un poco como su pasión frustrada; él debió dedicarse más, creo, a eso de la producida de cosas, de teatro, de cine. Eso le llamaba mucho la atención», recuerda.

La novela sigue a Villafuerte en una relación amorosa plena con su pareja y en la búsqueda subsecuente de una venganza inspirada en el libro Jacques el fatalista, de Denis Diderot.

Leonardo, un stripper de un antro gay con sueños de convertirse en actor, será importante para esta trama que surge a media novela.

Dinámica, con una prosa directa, pero no exenta de grandes recursos estilísticos, Con R de Reality muestra a Zapata en la plenitud de sus habilidades como narrador y con la inventiva intacta.

«Yo creo que no se proponía un estilo previo a la escritura, sino que la escritura le iba dando la pauta de ir experimentando», juzga Téllez-Pon.

Más allá de la literatura gay

En el prólogo de su libro póstumo, Zapata es llamado, con razón, «nuestro escritor más prolífico en el tema gay», como lo testimonia su clásico más perdurable hasta ahora: El vampiro de la Colonia Roma.

Con R de Reality no es una excepción en este sentido, con personajes que se agregan a su canon como Villafuerte, Leonardo y Zárate, el aficionado a los vapores.

No obstante, el propio Zapata hacía una distinción muy clara entre las obras que consideraba de tema específicamente gay, como La historia de siempre (que Téllez-Pon le publicó como editor en el sello Quimera), y otras tantas que simplemente tenían personajes LGBT+ en ellas.

«Aunque no sea el tema propiamente de la novela, siempre hay personajes gay, o siempre hay un estilo de vida, o una dinámica, que lo muestra, y yo creo que era inevitable, claro, pues Luis era gay», explica.

Aunque el desarrollo abierto de estas temáticas en la literatura mexicana es una contribución de gran importancia, encasillar a Zapata en ello pierde de vista otros intereses reiterados en sus obras.

«Creo que era inevitable. ¿Sobre qué más podría escribir? Escribe sobre sus gustos, sobre sus cosas, sobre el cine, que ahí sigue apareciendo, obviamente sobre la vida gay, sobre sus lecturas, en fin», concluye el prologuista.

…Y vendrán nuevas obras

Prolífico hasta el final de sus días, Zapata no sólo dejó Con R de Reality terminada, sino una novela más con el título de Ramales nocturnos.

Con un manuscrito de 390 cuartillas, esta siguiente obra póstuma, explica Téllez-Pon, bien podría ser la Rayuela de su autor, en referencia a la obra de Julio Cortázar.

«Está escrita en fragmentos, en pequeños párrafos, y cada párrafo va contando una historia distinta, pero llevan una numeración. Todos los ‘2’ son una historia y todos los ‘3’ son otra historia, y así», detalla el prologuista.

Zapata tenía la costumbre de enviar sus obras a tres personas cercanas: su hermano Martín, a la profesora Angelina Martín del Campo y al escritor José Joaquín Blanco, lo que hizo que estas historias se preservaran.

Tras su lectura, se decidirá si Ramales nocturnos está lista para ser ofrecida a una editorial, y posteriormente se seguirá la pista de otro posible libro terminado.

«Todavía nosotros creemos, gracias a sus amigos cercanos a él, con los que estuvo platicando los últimos meses… creemos que debe haber una más», aventura Téllez-Pon.

Esta última novela posiblemente fue entregada al Sistema Nacional de Creadores de Arte, parte del extinto Fonca (hoy Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales), al que Zapata pertenecía.

Para su amigo y editor, no obstante, la publicación de las obras póstumas debería ser el banderazo para la reedición de obras anteriores, entre las que recomienda De pétalos perennes (1981), Melodrama (1983), En jirones (1985) y La hermana secreta de Angélica María (1989).

«Ya con eso, espero que la gente ya no sólo relacione a Luis con El vampiro de la Colonia Roma, sino por otras novelas que están al nivel», señala.

«Es algo que él quería, que es una cosa que decía Lola Álvarez Bravo, que era como su mamá, y ambos decían que ‘no sabían mostrar la charola de merengues’. Entonces a mí me pedía que colocara su obra, y fue algo que no hicimos por andar en otras cosas», relata Téllez-Pon.

Pero pareciera ser que por fin ha llegado el momento de mostrar bien la charola de merengues de Luis Zapata.

René Acosta

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