Junta Garbage a 8 mil fans en poderoso show en CDMX

Exponente única del rock alternativo, Shirley Manson fulminó a su audiencia con su voz y con su imagen, con su discurso y con su sensualidad, con su histrionismo y con su femineidad, con toda la energía que desborda como vocalista de Garbage.

Junto a sus inseparables y únicos compañeros, «Duke» Erikson (guitarra, bajo y teclados), Steve Marker (segunda guitarra, bajo y teclados) y Butch Vig (batería, percusiones y voz de apoyo), la escocesa de 57 años convocó a 8 mil personas (según organizadores), en el Center WTC, la noche de este lunes.

«Me han dicho que soy rara, fea, extraña, y lo que sea, me vale. Somos una banda que siempre estará unida y compartiremos el dinero, el momento y estaremos juntos. Yo soy de esas chicas ‘dark’ que ama la vida y los ama a ustedes.

«Gracias, mexicanos, son cabronamente maravillosos. Los amo», expresó Shirley en un momento de las casi dos horas de concierto.

Musa de los nacidos en los 70 y 80, llegó vestida de blanco, con holanes pronunciados y vaporosos, muy voluminosa, y con el cabello rubio y los ojos delineados en negro.

Giró alrededor del pedestal de su micrófono, cantando y contoneándose, y se deslizó en el escenario para acercarse a sus seguidores, quienes nunca dejaron de aplaudirle.

El concierto de esta noche fue parte del tour de verano que hicieron para Latinoamérica y Estados Unidos, alusivo a su disco No Gods No Masters (2021), del que incluyeron «The Men Who Rule The World», «Wolves», «No Horses» y «Godhead».

Tal y como fue anunciado con anticipación, comenzaron a tocar a las 20:00 horas en punto, y 20 minutos después quizás un 30 por ciento de los asistentes seguía afuera, haciendo fila para el acceso.

A las 21:00 horas, muchos despistados que no consideraron las advertencias de la banda, iban apenas llegando.

Shirley valoró que Garbage aún perdure tras 30 años de vida musical y sin haber perdido su esencia, tras los embates de la industria.

«Es muy significativo para nosotros porque siempre hemos estado juntos, y, un millón de años después, aquí estamos, juntos, contra todo pronóstico.

«En aquella etapa, nuestra disquera quería que hiciéramos colaboraciones de hip hop, y, por Dios, amamos el hip hop. No me malentiendan. Hay hip-hoperos que son fabulosos, pero quien me conoce sabe que no tengo nada qué ver con eso y yo hago lo que se me pega la puta gana», contó Shirley.

Cantó entonces «Bleed Like Me», tema que nombró al disco que editaron en el 2005 y que hicieron como protesta por la mentalidad de los ejecutivos de su discográfica de ese entonces.

El frío del exterior, acompañado de chubascos aislados, contrastó con lo que sucedió en el interior, donde parecía un sauna con la temperatura a su máximo nivel, y sobre el escenario la musa de la noche cantó y bailó, a su modo, «Paranoid» y «Stupid Girl».

Abrió su corazón también y habló sobre la muerte de su compañera, su perrita Veela, quien la acompañó en duros momentos de su vida, como el fallecimiento de su madre.

«Con mi hermosa perra se me acabó el mundo y aunque me llamen loca, extraña, rara, soy yo, le declararé mi amor toda la vida y siempre la extrañaré», dijo la vocalista antes de interpretar «Push It».

Para el final, dejó «The Trick Is to Keep Breathing» y «Cherry Lips», temas rematados con frases como «Seamos libres» y «Respetemos a las mujeres».

Helena Rodríguez

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