Fusionan gimnasios trabajo y entrenamiento

Jessica DiGiovanna comienza sus lunes a las 6:30 horas con sentadillas, levantamiento de peso muerto y desplantes en su gimnasio Life Time local. Luego, se baña, se viste, y se queda allí trabajando en su computadora portátil y teléfono hasta las 18:00 horas.

Su nueva oficina es el gimnasio, en el cuarto piso, en un espacio compartido de trabajo perfumado con notas de bergamota y abastecido con una canasta de frutas y barritas energéticas.

DiGiovanna, una gerente de proyectos de auditoría de 25 años en Arlington, Virginia, sólo acude a su verdadera oficina para juntas importantes y otros eventos organizados. No le gusta el aislamiento de trabajar sola en casa, por lo que se inscribió en un paquete de membresía de 499 dólares al mes en julio.

El precio es alto, dice, pero la configuración le permite alternar entre el cuidado personal y su trabajo, con ropa cómoda, sin tiempo de traslado y sin motivación perdida. Es un tercer espacio -no el trabajo, no el hogar- que la coloca en un entorno energizante sin tener que ir a la oficina.

«Al entrar en este espacio y no volver a casa, estoy realizando estos movimientos del día de manera más intencional», dijo. «Hay menos distracciones y estoy preparada para trabajar de manera más eficiente».

Los gimnasios alguna vez se mostraron reacios a permitir que las masas de trabajo remoto hicieran sesiones en Zoom desde sus vestíbulos y vestidores. Ahora, ven la oportunidad de ofrecer escritorios, oficinas y enchufes adicionales. Algunos están creando espacios de trabajo compartido para separar a los portadores de cables de extensión de la multitud de ropa deportiva. Otros gimnasios cobran extra y ofrecen pisos completos para que los clientes se queden y trabajen todo el día.

Los espacios de trabajo compartido -en el que empleados de diferentes empresas comparten espacio de oficina por tarifas mensuales promedio de alrededor de 300 a 400 dólares por escritorio- enfrentan una zozobra en su mercado. WeWork, una vez una de las startups más valiosas del mundo, ha planteado dudas sobre su propia supervivencia a medida que los trabajadores comienzan a preferir los espacios públicos y los espacios de trabajo compartido con amenidades de estilo de vida. Los cafés, las cafeterías y las bibliotecas suelen estar repletos de trabajadores que no quieren estar en casa ni en la oficina.

Existe un apetito por los espacios de trabajo compartido que están cerca de los lugares que los trabajadores ya frecuentan y disfrutan pasar más tiempo, como sucede con los gimnasios, indica Bob Chodos, vicepresidente de la firma de bienes raíces comerciales Newmark Group, que con frecuencia representa a inquilinos en tratos de arrendamiento que incluyen espacios de trabajo compartido.

«Veremos la evolución del modelo dar cabida a las personas que no quieren ir a la oficina, pero que aún trabajan más cerca de donde viven», señala.

Los gimnasios como espacios de trabajo compartido pueden no ser un concepto tan pesado. Muchos empleados que tienen la opción de trabajar de forma remota están bajando de sus euforias del trabajo desde casa. Aunque no necesariamente quieren trasladarse a la oficina, anhelan el bullicio de entornos más sociales.

Damaris Hollingsworth, fundadora de una firma de arquitectura de cinco empleados, dice que el costo mensual en el espacio de trabajo compartido de su gimnasio Life Time le permitió hacer crecer su negocio, que comenzó con 475 dólares al mes por un escritorio en el 2020. El costo total de su espacio ahora -que incluye una oficina y varios escritorios agrupados a su alrededor- cuesta 4 mil dólares al mes.

Hollingsworth, que diseña librerías, cafeterías y edificios de uso mixto, ha considerado alquilar un espacio de oficina más tradicional. Pero el costo inicial de establecer un espacio dispuesto con similar buen gusto y con todo el equipo audiovisual, salas de conferencias y cocina completa sería demasiado. Sin mencionar que sus empleados realmente podrían extrañar el gimnasio.

«Puedo ofrecer una prestación adicional: si trabajas para mí, tendrás acceso a un gimnasio increíble. Eso es algo grande», menciona.

Los niveles de membresía de los gimnasios aún se están recuperando de los cierres provocados por la pandemia, pero muchos dicen que las tasas de uso han alcanzado o superado los niveles anteriores al Covid.

Los gimnasios de lujo como Biân en Chicago agregaron 810 metros cuadrados de espacio para trabajo compartido en junio. Los miembros que pagan cuotas anuales de membresía de 4 mil dólares, además de una cuota única de registro de mil dólares, pueden acceder a dos salas de conferencias equipadas con cámaras Zoom y pantallas de TV de 75 pulgadas. Otras amenidades incluyen sillas giratorias equipadas con vistas al río y códigos QR para la entrega de alimentos y bebidas.

La nueva ubicación de 5 mil 400 metros cuadrados de Chelsea Piers en el vecindario Prospect Heights de Brooklyn, que abrió sus puertas en junio, incluye 360 metros cuadrados de espacio de trabajo compartido equipado con largas mesas de mármol, una chimenea y cabinas de privacidad.

La compañía señala que la asistencia general aumentó 12% en comparación con los niveles previos a la pandemia. Otras ubicaciones de Chelsea Piers están construyendo espacios similares, dice Keeth Smart, vicepresidente senior. Se han agregado mesas de trabajo cerca de los muebles de patio en la terraza sobre el emblemático gimnasio frente al agua en Manhattan. Se incorporarán mesas de trabajo compartido y cabinas telefónicas a los nuevos clubes que abrirán el próximo año en Long Island City y Midtown.

«Vemos a lo largo del día que miembros vienen, atienden una llamada, ingresan a una clase, y luego vuelven a conectarse», dice Smart. Mantener a las personas en el gimnasio la mayor parte del día también ha llevado a un mayor gasto en los cafés y servicios de bienestar de las instalaciones.

Trabajar desde el gimnasio puede crear problemas. Jason Shen, un entrenador ejecutivo de 37 años, a veces se siente incómodo con las videollamadas desde el espacio de trabajo compartido en Chelsea Piers. El gimnasio es un hervidero de actividad mientras gente pasa caminando vestida en ropa deportiva. Los colegas en videollamadas a veces preguntan: «¿Dónde estás?».

Ahora, Shen intenta encontrar un fondo neutral contra una pared o en una cabina privada y usa un auricular con cancelación de ruido. Hasta ahora, dice que su sistema funciona, en parte porque no todo mundo ha descubierto aún que el gimnasio ofrece espacio de trabajo compartido.

«¿Acaso estará esto a reventar en seis meses?», se pregunta.

Bonifacio Zamacona

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