
Las personas que han sido víctimas de acoso presentan un riesgo mayor de desarrollar problemas cardíacos en el futuro. Un estudio reciente indica que las mujeres que han experimentado acoso o que han necesitado una orden de restricción muestran una mayor propensión a sufrir enfermedades del corazón más adelante en la vida, según se publicó en la revista Circulation.
Rebecca Lawn, investigadora principal y asociada de investigación en epidemiología de la Facultad de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, explicó que “el acoso suele considerarse una forma de violencia sin contacto físico, lo que puede hacer que se perciba como menos grave”. Sin embargo, subrayó que los resultados sugieren que este tipo de violencia no debe ser subestimada.
En el estudio, los investigadores dieron seguimiento a la salud de más de 66 mil mujeres que se incorporaron a un estudio de salud masivo en 2001, con una edad promedio de 46 años. Entre ellas, 7,700 se reportaron como víctimas de acoso y cerca de 3,700 tuvieron que solicitar una orden de restricción para protegerse.
Los hallazgos mostraron que las mujeres que habían sido acosadas tenían un 41% más de probabilidades de desarrollar enfermedad cardíaca en comparación con quienes no lo habían sido. Aquellas que obtuvieron una orden de restricción presentaban un 70% más de probabilidad de enfermedad cardíaca. Por su parte, quienes tenían antecedentes de ambos —acoso y orden de restricción— mostraron el riesgo más alto, aproximadamente el doble que las mujeres sin experiencias traumáticas previas. Además, las participantes que sufrieron ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares en los años posteriores tenían más probabilidades de haber sido acosadas o de haber requerido una orden de restricción.
Los investigadores sugieren que este vínculo podría deberse al estrés psicológico generado por las amenazas y el acoso. Este estrés activa la respuesta de “lucha o huida”, alterando la función cardíaca y la presión arterial, y provocando otros problemas de salud.
La doctora Harmony Reynolds, expresidenta del Comité de Ciencias de la Salud de la Mujer de la Asociación Americana del Corazón, señaló que los efectos de este estrés pueden ser prolongados, ya que las personas tienden a revivir mentalmente los eventos traumáticos. Además, indicó que el apoyo social puede ayudar a mitigar estos efectos: hablar con familiares, amigos, miembros de la comunidad o profesionales de confianza resulta beneficioso.
Reynolds añadió que vivir violencia de pareja íntima incrementa en un 30% el riesgo de enfermedad cardíaca. Aunque el estudio actual reporta un riesgo algo menor, destaca cómo la sensación de inseguridad puede afectar tanto al cuerpo como a la mente. Se sabe que diversas experiencias estresantes, como adversidades en la infancia, problemas financieros o la pérdida de seres queridos, también elevan el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
