Muy acorde con la elegancia de su orquesta, Ricky Martin salió al escenario vestido con saco para ofrecer sus éxitos en formato sinfónico, pero de inmediato dejó claro que la solemnidad no cabía en el escenario de alguien que canta «Livin’ la Vida Loca».
«¡Todos a bailar!», fue lo primero que dijo, al iniciar su espectáculo al ritmo de «Pégate»; a las 21:32 horas. La orden fue aceptada y los 17 mil presentes en la Arena Ciudad de México, cifra según el promotor, de inmediato se levantaron, hipnotizados tanto por las notas como por el contoneo del ídolo boricua.
Era notorio que aunque los arreglos fueran adaptados para violines, chelos, saxofón y hasta arpa, el ritmo de Martin se tornó irresistible, y más al estar acompañado por la Orquesta The House Beat, dirigida por el maestro Mario Santos.
«Cada vez que estoy en este escenario me llevo tantas cosas lindas, como su mirada, su aplauso maravilloso, pero esta noche me siento más especial porque estoy rodeado de talento mexicano que está conmigo en este escenario. Muchas gracias por su amor, por su arte y por su entrega», le agradeció a su orquesta.
«¿Están listos para pasarla bien? Vamos a pasar por muchas emociones, desde lo romántico hasta la fiesta. ¡Voy a dejar mi alma en este escenario! México, te quiero«, dijo a modo de saludo.
Antes del concierto se había rumorado que el artista había tenido problemas para llenar el foro, pero los organizadores afirmaron que finalmente el espectáculo estuvo a punto de registrar un sold out: 17 mil asientos ocupados de los 18 mil disponibles, con fans listos para provocar escándalo.
Los sensuales movimientos de cadera del cantante enloquecían a la gente, así como las primeras notas de las canciones, pues todos adivinaban los éxitos que estaban por gozar. Ricky Martin lo celebraba y no paraba de animar las ovaciones, e incluso dijo que estaba un poco sordo y necesitaba un griterío más intenso para oír.
La noche le dio más motivos para celebrar, pues afirmó sentirse particularmente feliz por la nominación al Disco del Año que recibió en los Latín Grammy por su álbum Play.
«A ustedes, muchas gracias, porque son parte de esto», le dijo a su auditorio.
También resaltó el lanzamiento de su sencillo «Fuego de Noche, Nieve de Día», una regrabación de su tema de antaño, ahora en dueto con Christian Nodal. La multitud demostró el fanatismo, pues la cantó con el ex Menudo mientras éste no dejaba de sonreír ni de bailar.
Como prometió al principio, la orquesta le permitió llevar a todos al baile durante éxitos como «Cup of Life», «María» y «Mordidita», lo que también balanceaba con un toque más profundo en temas románticos o sobre desamor.
«Vuelve», por ejemplo, la inició prácticamente hincado, como aplastado por los sentimientos. Las heridas por la añoranza no sólo las expresaba la voz del puertorriqueño, sino también las cuerdas de los violines.
Pero lo más aplaudido fueron los momentos de energía explosiva, como cuando llegó a «Livin’ la Vida Loca». Ahí, prácticamente nadie seguía sentado.
Su cierre fue al ritmo de «Tal Vez» y «Tu Recuerdo», poco antes de las 23:00.
Si algún reproche pudo haber generado el público sería la brevedad del show, pues aunque Martin tuvo cambios tan radicales de ropa, que pasó de traje negro a blanco, el show corrió tan ágil que apenas duró cerca de hora y media.
